La idea partió de un experimento norteamericano en el que se estudiaban ratas en condiciones de restricción de comida (sólo una hora y media diaria), mientras se les permitía correr en una rueda de actividad. Bajo estas condiciones, la actividad de la rata aumentaba considerablemente (llegaban a correr más de diez kilómetros diarios) al tiempo que iban reduciendo su ingesta hasta el punto de que morían por inanición. A partir de un fallo en el termostato, que provocó un aumento de temperatura, observaron que las ratas reducían su actividad lo que se traducía en un aumento de peso.
La hipótesis que manejan estos investigadores es que el exceso de actividad característico de la anorexia es un mecanismo termorregulador puesto que en general, muchas de las personas que sufren anorexia son hipotérmicas. Para controlar esta hipotermia y por tanto, aumentar la temperatura corporal se produciría este exceso de movilidad desembocando en un círculo vicioso: hipotermia e hiperactividad producen pérdida de apetito.
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