Una posible consecuencia de la separación de una pareja es que los niños pueden volver temporalemente a sus hábitos más infantiles, largo tiempo atrás abandonados (mojan la cama, necesitan luz por la noche, ser difíciles para comer), otros niños parecen crecer bruscamente, se vuelven casi anormalmente buenos, intentando con todas sus fuerzas complacer a sus padres para mantener la estructura familiar unida. Algunos niños no cambian su conducta en casa pero comienzan a reaccionar de modo muy distinto en el colegio con lo que el maestro es el primero en darse cuenta de su problema.
En momentos de crisis, debemos escuchar especialmente los comentarios y preguntas del niño, para tener una idea clara de sus ansiedades específicas, miedos y falsos conceptos.
Si ya existe una especie de cataclismo en el hogar, pero todavía no se han tomado decisiones definitivas, los niños necesitan saber que los padres controlan la situación y que ellos no han sido olvidados.
Las parejas que se toman tiempo para decidir, y que han tenido la oportunidad de considerar y discutir lo que ha ocurrido, tendrán menos posibilidades de pelearse después de la separación.
Si los padres pueden hacer entender a sus hijos que aún los quieren y que tienen en cuenta sus necesidades, les ayudarán a adquirir la confianza y resistencia necesarias para hacer frente a cualquier cambio.
Tanto los adultos como los niños necesitan una continuidad en sus vidas, pero los niños viven mucho más el presente, por lo que la rutina doméstica y los rituales son muy importantes para ellos. Durante el período de crisis en la pareja, las rutinas domésticas se ven a menudo interrumpidas y el niño puede vivirlo como una amenaza hacia su estabilidad y seguridad. Los niños requieren una cierta seguridad y explicaciones si sus padres parecen anormalmente irritables o preocupados, o si prorrumpen en llanto con frecuencia o si se encierran en una habitación durante largas horas.
En momentos de crisis, debemos escuchar especialmente los comentarios y preguntas del niño, para tener una idea clara de sus ansiedades específicas, miedos y falsos conceptos.
Si ya existe una especie de cataclismo en el hogar, pero todavía no se han tomado decisiones definitivas, los niños necesitan saber que los padres controlan la situación y que ellos no han sido olvidados.
Las parejas que se toman tiempo para decidir, y que han tenido la oportunidad de considerar y discutir lo que ha ocurrido, tendrán menos posibilidades de pelearse después de la separación.
Si los padres pueden hacer entender a sus hijos que aún los quieren y que tienen en cuenta sus necesidades, les ayudarán a adquirir la confianza y resistencia necesarias para hacer frente a cualquier cambio.
Extraido de:
El divorcio, los hijos y usted.
Para una ruptura equilibrada.
Jacqueline Burgoyne
Jacqueline Burgoyne
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