En España, aunque el sistema educativo no concede importancia a la educación emocional, cada día son más los docentes y pedagogos que son conscientes de su utilidad y tratan de aplicarla en sus lugares de trabajo. Otros la rechazan porque entienden que para la solución de conflictos internos ya están los psiquiatras y los psicólogos. Este rechazo suele manifestarse en la negativa a participar en los tímidos planes de formación en "gestión humana" que de vez en cuando la Administración intenta con los profesores de secundaria. Pero, a pesar de todo, la educación emocional se abre paso con más fuerza, y ya se cuentan por miles los profesores -mayoritariamente del sector privado y de los niveles de infantil y secundaria- que asisten a los cursos y aplican lo que han aprendido con sus alumnos.Las autoridades educativas, sin embargo, parecen mirar para otro lado. Pere Darder, presidente del Consejo Escolar de Cataluña, partidario de estas nuevas técnicas, se muestra cauteloso: "No pedimos un cambio, pedimos una revolución". Y esa revolución consiste en volver del revés el sistema y desterrar las secuelas de aquel inquietante axioma de la letra, con sangre entra. Con todo, Darder cree que el camino está iniciado y no tiene vuelta atrás."Un alumno se sentaba con el trasero al borde de la silla y las piernas despatarradas en mi clase de matemáticas, y así estaba hasta terminar. Mi reacción era gritarle: '¡Siéntate bien. Pon la espalda recta!'. Nunca hizo caso". Tras el seminario, esta profesora decidió dedicar diez minutos de la clase a mostrar a sus alumnos una lámina con un esqueleto humano, detallarles la función de sostén de la columna vertebral y recomendar la conveniencia de cuidarla. "Al día siguiente, el chico seguía con sus malos hábitos. En lugar de enfadarme, le dije: '¿Recuerdas lo que hablamos ayer?". El adolescente contestó con un bufido, pero se enderezó. Y cada día aguantó más tiempo bien sentado. Ella le transmite su sorpresa al instructor: "Funciona".
Texto completo
No hay comentarios:
Publicar un comentario