domingo, 19 de octubre de 2008

Crítica Patológica

El término crítica patológica fue acuñado por el psicólogo Eugene Sagan para describir la negativa voz interior que le ataca y juzga. Todo el mundo tiene una voz interior crítica. Pero las personas con baja autoestima tienden a tener una crítica patológica más viciosa y expresiva.

La crítica le acusa de las cosas que van mal, le compara con los demás –con sus logros y capacidades- y le encuentra a usted en desventaja. La crítica fija estándares de perfección imposibles y luego le fustiga ante el mínimo error. La crítica mantiene un registro de sus fracasos pero nunca le recuerda sus dones o logros. La crítica tiene un guión que describe cómo debe vivir y le tacha de réprobo y malvado si las necesidades le llevan a violar sus reglas. La crítica le pide que sea el mejor, y si no es el mejor, no es nadie. Le llama cosas –estúpido, incompetente, feo, egoísta, débil- y le hace creer que todo eso es verdad. La crítica lee la mente de sus amigos y le convence a usted de que están aburridos, cansados, desanimados o disgustados por su culpa. La crítica exagera sus debilidades insistiendo en que “usted siempre dice cosas estúpidas”, o “siempre malogra una relación”, o “nunca acaba nada a tiempo”.

La crítica patológica se empeña en socavar permanentemente su valía a todos y cada momento de los días de su vida, y su voz es tan insidiosa, está tan entrelazada en el tejido de su pensamiento que usted nunca advierte su devastador efecto. Los ataques a sí mismo siempre parecen razonables y justificados. La voz interior quejumbrosa y valorativa parece natural, una parte familiar de usted. De hecho, la crítica es una especie de chacal psicológico que, a cada ataque, debilita y deshace cualesquiera buenos sentimientos que albergue usted sobre sí mismo.

AUTOESTIMA. Evaluación y Mejora
Matthew McKay y Patrick Fanning

Para luchar contra la crítica patológica hay que tratar de bloquearla; para ello, sería bueno omitir términos absolutos como: todo, nadie, todo, todo el mundo, nunca, siempre. Elimine de su vocabulario palabras peyorativas como: fracaso, desgraciado, estúpido, torpe. Omita las palabras con carga emocional como: odio, furioso, deprimido, desagradable.

Recuerde que los pensamientos subyacentes son los que crean las emociones dolorosas que siente. Debemos contrarrestar los pensamientos distorsionados con estas frases:

- No puedo decir nadie ni todos, puesto que no conozco a todo el mundo, ni he estado en todo el mundo.
- Parece que desagrado a algunas personas como..., pero agrado a otras muchas como..., por tanto, tengo algunos amigos.
- En cada momento hago lo que creo que es mejor.
- No extraigas conclusiones basándote en un solo hecho.
- Esta vez he fracasado, pero esta derrota puede servir para recordarme de mis anteriores victorias.
- ¿Y qué si no gusto a fulanito?, dentro de media hora nos habremos olvidado el uno del otro.
- Aprende de tus errores, estos pueden servirte para mejorar.


Amalia Otaolaurruchi Muñoz